Silencios






Silencios

En la boca se ha colgado murallas
Un veneno que se cuela con suspicacias
Abortos de noches ante la ventana
que no se abre hacia ninguna parte
Hay una condena en ese pecho
que quiere fingir y no puede
porque el amor es un yunque,
empozado en silencios

Muecas, desdenes, una lámpara
extiguiéndose ante miradas perplejas
Y ya no hay redes-trampas
que aprisionen el pretérito
No hay esbozos de futuro ni llaves mágicas
atrayendo las caricias
que fueron aplastadas de rutina

Silencio…
La piel supura sus nostalgias
ante la mano ausente
Cuando el beso quedó en la lápida
y los ojos escarban en el hueco de la almohada
Cuando el nombre de lo deseado ya es ajeno o no es
Y el “tempo” de los cuerpos
son perdigones de impaciencia
Solo hay sombras de alguien
que deambula entre vino y vómito
Entre la cuerda rota de un reloj
y un retrato que se apelmaza de lágrimas…

Silencio
En el estupor de la cama fría
donde callaron los orgasmos
Y espalda con espalda
vimos caer los telones…

Carlos Vico
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Sueño en espiral






Sueño en espiral


Se arrima a la lápida mientras canta una canción de cuna, para que la tierra se trague las notas, y aquellos huesitos que ya perdieron su forma reaviven su fórmula, recobren sus pasos inseguros y su llanto enfermo.
No. A ella no le importa que en una noche cualquiera su imagen se haya desmembrado, y que una mano impiadosa cortara los pétalos de sus ojos para llevarlos, sangrando sales, hacia el recuerdo eterno.Sabe que en la tumba con forma de camita con volados rosas y una almohada de flores, su cabeza se ha mimetizado con el perfume de los abismos, que los brazos y el cuerpecito son polen, y los pies son ahora el nido donde una queja se transforma en alas.
De todos modos ella canta, quedamente, acompañada por los grillos que le hacen coro.Y canta hasta que fenece en el cielo ese pájaro siniestro que se lleva el alma aprovechando el sueño.
Canta mientras estira un brazo hacia el fondo del descanso para acariciar el rostro de ese fantasma sólido que es deseo y extrañeza y melancolía de lo que no está.
Y al ritmo de su música interna dibuja arabescos en la figura imaginada,
y siente...Siente unos dedos recorriendo sus mejillas...

Carlos Vico

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Marge... (y Valentina tras el vidrio)



Marge ... (Y Valentina tras el vidrio)


La flaca narigona y simpática destapa la botella de cerveza con una sonrisa que me recuerda a la tuya, Marge. Y no es que ella se parezca a vos, no. Ella es blanquísima con la blancura de la teta sin sol. Es sólo su sonrisa... Pone sobre la mesa unos platitos con maníes y queso cortado en dados, y se va balanceando los huesitos de sus caderas. Es entonces cuando quisiera que estuvieras aquí Marge, a mi lado. Pero el Pancho me saca del lugar de extrañarte y dice que hace dos días se puso el 38 en la sien, que gatilló cuatro veces y el tiro no salió. Dice que quiere morir porque su tío lo violó cuando tenía ocho años y no puede superarlo. José cuenta que si yo no hubiera aceptado la invitación de ayer a almorzar con él, se habría tirado bajo el tren, que está deprimido porque nunca conoció el amor, que la novia es una histérica, que yo no lo escucho... En la tele está chillando Marylin Manson. La boca morada y repleta de alambres quiere tragarse la cámara que lo filma, uno de sus iris negros se mueve enloquecido, y el otro ojo es como un coagulo de pus a punto de estallar. Sus alaridos se mezclan con las palabras de mis amigos, los suicidas frustrados. Pero yo sólo quiero escuchar tus palabras junto a mi oído Marge, nada más que eso. Les digo que lo intenten nuevamente, pero con métodos menos cruentos y más efectivos y dejen de dar vueltas, porque la muerte tiene bajo su capa una casa cálida y acogedora que los espera. Me siento un maldito hijo de puta pero no me importa, pues si se hubieran matado, Marge, ahora yo estaría solito y tranquilo junto a la mesa del bar "Mon Ami", sentado en mi rincón preferido, tomando alguna cerveza con maníes, pensándote sin interferencias, como siempre... Son esos momentos especiales donde me escapo de la muerte, Marge, el mundo desaparece y sólo queda el hueco en las baldosas donde escondo tu nombre. Valentina me ha observado a través del vidrio, pasó como un fantasma, y quizá entienda, por eso no entró en el bar, para no perturbar la locura de los segundos suicidas en que la ausencia es un todo, tu ausencia... Es que también ella lo sabe, ella comprende, porque hundida en su pozo de soledades muerde la rabia y el mango del pincel, hiere su carne con los bermellones y negros, pinta las paredes de su presidio auto convocado con la lengua marchita empapada de celestes... Claro, quiere que su encierro lo parezca menos, inventando un cielo sobre esa superficie oscura que mutila a la libertad... Eso me recuerda el deseo de retratarte desnuda Marge, en abrazo mortal con la niña adulta que nos espera tras el sueño, mientras bebemos el café de la distancia... Sí, quizá le pegue un tiro en la cabeza a Marylin Manson para que deje de aturdir mi espacio de remembranzas; quizá empuje bajo las ruedas del tren a mis amigos para que no interrumpan esta caída hacia tu cuerpo desmembrado en versos lamentables... La flaca narigona de “Mon Ami” sonríe desde la barra porque Valentina ha regresado a la ventana, y desde allí se pone a hacer muecas, empaña el vidrio con el aliento, y luego dibuja corazones rotos...



Marge ahora está detrás del vidrio.Es un crucigrama al que se le escapa una gota de maquillaje que mancha sus historias. En los recuadros de palabras se van armando los días y los atardeceres frente a la playa mientras toma una cerveza y se fuma las nostalgias.Es en el anfiteatro en penumbras donde cobra solidez el recuerdo.Un millón de cartas que Valentina quiere espiar, porque a ella le gusta ser espectadora, y en la expectación puede matar al fantasma de sus soledades acompañadas. También Valentina recibe cartas y llora. No puede tocar el sueño y el sueño cobra la dimensión de mil cuerpos en la oscuridad. A todos les quiere hacer el amor, pero las figuras se vuelven humo de cigarrillos y nudos en la tela de la almohada.Marge…Ella puede ser un son Cubano, un joropo Venezolano, la flecha que arroja el arco hacia lo inesperado, la que ahora dibuja jirafas y caballos alados sobre el cristal empañado de un presente que se funde con el puede ser algún día…A veces ellas se miran y sonríen, porque comparten el mismo punto mágico donde confluye un anhelo…

En la pantalla quedó un hueco negro que acrecienta el vacío. Mis amigos suicidas-frustrados se han marchado y dejaron detrás de ellos el vaho de una muerte que no termina de concretarse. La flaca narigona ahora menea su cansancio mientras limpia la mesa de puchos y cáscaras de maníes, pero igual lleva la sonrisa colgada con ganas, una sensualidad que la redime de sus pocas formas.La formas Marge.Las tuyas, esas que tantas veces adiviné y pude esculpir entre las sábanas. Y aunque quedara luego un regusto de incompletitud, la poca membrana que acerca los cuerpos y los sinsabores, las salivas adivinadas, los olores que persisten, todavía nos siguen uniendo.Cristales que se estiran hasta lo menos imaginado, filigranas que llevan sonidos besos lamentos, cables… La persistencia del deseo crea con su pincel porfiado un atrio cama santuario donde el sudor es el afrodisíaco, la piel que nunca se toca es el motor de la locura…


Hay un sopor que desdibuja los contornos y maltrata a las figuras trasnochadas. El salón de Mon Ami ahora es una semilla acogedora que ondula sus paredes, los gestos adquieren una consistencia algodonosa, el alcohol cobra su presencia en la mirada de los transeúntes que vuelan en cámara lenta con sus copas en la mano, mientras Valentina conversa con su sombra y le dibuja una mueca símil sonrisa. Le dice “hoy la cuelgo de la rama más alta del árbol, junto a la muñeca destripada y al gato del vecino que se comió a mis pájaros. Ahí guardo los recuerdos desagradables…”Ella quiere nutrir su venganza contra el fantasma que le robado el sueño y los corazones flechados que ahora son surcos de agua sobre el vidrio.Un ojo muerto espía desde afuera la quietud alcohólica de un poeta dormido, el desvarío de un viejo rengo que no puede levantarse de su silla, el ronroneo de dos adolescentes que se comen las lenguas y se empachan con salivas, y el dolor decretado por una viuda que conversa con los dibujos del empapelado de las paredes.Valentina se sobresalta al ver el ojo como un agujero diabólico que viola la penumbra, siente su ultraje y piensa que es el ojo de Marge. Sí, es el ojo de Marge acribillado por la distancia y por el puente virtual que rompió sus cables. La sangre en su pupila está quieta, congelada en un dolor que le viene de otras dimensiones donde el anhelo se encuentra tirado en cualquier esquina y se pude tomar con facilidad.“Le viene de lejos” dice Valentina, “el dolor”Y rompe el cristal de un sillazo…
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Carlos Vico

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Abismo





Abismo
Se suicidan los poemas cuando marchas
los ojos se vacían sin horizontes o puesta de sol
y las alas se rompen con un crujido de pesadillas
como se rompe el sonido cuando hay adioses
cuando queda en el extremo de la piel una sombra
un atisbo de aquellas caricias
un beso ido entre las sábanas que se escapa
como una mariposa ebria de soledades
y va a estrellarse en los recuerdos
que se tiran al abismo...

Carlos Vico
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La espera






La espera

“Sé que vas a llegar como un ángel.Tu pisada breve como un sonido de alas golpeteando me reafirma que sos mi contención, mi aliento, mis ganas de ser... El sonido de tus pasos llegando a casa;música reconocible entre tantos ruidos, es el signo insoslayable y único y eterno de tu presencia en el pasillo a oscuras.

Y yo te espero, sé que te espero con el beso en flor y la ansiedad del abrazo cotidiano y a la vez irrepetible y siempre nuevo, como el mismo transcurso de los segundos siglos que tardas en llegar a la puerta.

Distraigo la locura de mi espera haciendo tonterías: agarro un pincel, la pava para hacer el mate, para que no te des cuenta que muero y muero con tu ausencia. Imagino tu rápida ceremonia mientras te acercas: te acomodas la ropa, te pones un mechón de pelo detrás de la oreja, resoplas para espantar el fastidio de la rutina del trabajo, y si el tiempo que te dan esos pocos metros de pasillo lo permiten, te pintas los labios de memoria para dejar tu huella roja en los míos, (porque sabes que me encanta) en el beso de reencuentro cotidiano. Escucho el ruido de la cerradura en la puerta y mis pulsaciones se desbandan. La dejo con dos vueltas de llave a propósito para retardar alguna fracción de segundo tu entrada y hacer más intensa la locura de mi espera. Entras y yo me hago el distraído, y te saludo como indiferente, y muero y muero porque te cuelgues de mi cuello y me atenaces la cintura con tus piernas flacas, y me despeines, y digas... te extrañé...”


Carlos Vico
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Inspira





Inspira

Inspira ese sabor que mana de tus huecos
Y el rostro es una pintura con honduras donde se reflejan
El canto de la sirena a través de la pupila
Y por tu frente ves como se rasga el cielo

Y bien
Yo puedo decirte todo esto y desear en un poema encerrar la maravilla
De tus manos armando la composición de mi cuerpo
Y de mis labios creando sismos en tus pechos

O bien nada
No hacer nada y mirarnos
Lejos en los segundos del amor anochecido
Pegados a la piel que rasga la ropa
Ahogados como la piedra a la que rodean los corales

Fíjate
Es una muerte que hasta casi se desea, ni escape ni tristeza
Sólo trascendencia en el musgo que se adhiere y echa su raíz
O poema que rescata la esencia y los dones
De querer ser eternos fundidos al paisaje

Por eso me inspira pensarte mirando hacia el poniente
Mientras la brisa juega en los poros
Y el agua abraza al poste y salta
Para caer en un hueco entre tus piernas

Carlos Vico

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Me gusta





Me gusta

Dejo aquí colgado el testimonio de mis huesos
como una prenda con olor a naftalina y flores
un sueño perverso, una delicada expectativa.

Me gusta tu amor distante
aunque no me guste imaginarte sin rostro
como mutilada de ojos y de gestos
negada de sonrisas, de enojos placenteros

Me gusta tu ternura triste
aunque no me gusta que la sufras;
si pudiera abrazarte espantaríamos
estas lacras fantasmales que meten miedo...

No me gusta pensar que somos delirio
parados a la vera de los relojes detenidos
en la nada que desarma sus anhelos
hasta convertirnos en niebla con gusto a sal…

Me gusta...
lo que crece de a poco
el brote casual asomando
sus bostezos inocentes
sus saludos a un sol que se sorprende
por estas cosas que nadie espera

Me gusta imaginarte
y a veces no me gusta
este fino estilete adentrándose en la piel
pinchazo de misterios inconducentes
calambres pérfidos en mi músculo cardiaco
ya ves...
me haces delirar y me voy
absorto en mis propias incertidumbres
pues solo quiero la risa de tu alma
estallando volcánica, avasallante, luz y brote nuevo
de amor o de amistad

Te quiero alegre
partícula danzando en el rayo
mirada de brillantes cristales
átomo, montaña, galaxia, hoja de árbol,
Cuerpo que anhela sin dolores.

Carlos Vico
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Imagino





Imagino
Imagino que imaginas
Que en el fondo marino de mis arterias
O retozando en la médula de las pupilas
Se arremolinan dos notas que forman un cuerpo
Que la sustancia de tu piel
Alcanza a mis huellas digitales
Y se amalgaman con tu pigmento
Que entre el marasmo de las horas afligidas
Arranco de mi garganta un pájaro nocturno
Que te lleva mis cuerdas vocales
Plagadas de sonidos en adagios

Imaginas que imagino
El fenecer de la canción a dúo
Un adiós de barco naufragado en el pecho
O el desollado silencio
De pasos desapareciendo en lo lejano...

Pero no amor, pero no...
Porque imagino que ya imaginas
Que el cincel de tu verso
A veces me ha tallado de completitudes
Y otras veces ha horadado la piedra de mis dudas
Y te has marchitado y florecido
En el humo trasnochado que te figura

Imagino que imaginas
Que ya nada será idéntico a nada
Para mí
Luego de este asomo a tus contornos
cuando dibujo en la cara de la almohada
la ceremonia distinta de nuestros sexos
y el insólito transcurrir de la sangre que te padece
el pulso de las horas en que te pienso
el impulso de mi hombría que te reclama
o la pulseada de tu locura contra mi sueño equitativo

Imaginas que imagino
La artesanía que van creando mis dedos en invento
Sobre el pezón de tus ansiedades
en el clítoris de tu llamado madrugador
Sobre los labios de tus versos en volandas
en todo lo que te significa y nos dignifica

Imagino que imaginas
Que no queremos imaginarnos nada
Para dejar que el flujo de tu tiempo y mi tiempo
Algún día se vistan de simultáneos
Que este juego de signos que enhebran palabras
Es sólo para decirte,
Que te pienso
Imagines lo que imagines...

Carlos Vico
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Ataúdes





Ataúdes

En la sincronía de un tiempo que era nuestro
Malversado va en recuerdos tu sexo hecho paciencia
Tu hondura se ha grabado en los dedos
En la lengua que emula serpientes
En el cuerpo de látigo que te enreda

Hemos matado al los sicarios de la rutina
Y al sopor de cotidianeidad sin laberintos
A la sin sorpresa de horas gemelas de si mismas
Con esta sonrisa mañanera de soles atrevidos
Con el prontuario de besos que merecen su condena

Sin mesura camina tu cuerpo dentro del mío
Y los candiles de la sangre te encadenan
Al yugo mágico del abrazo convocante

Este es un mundo de pantallas que atrofian, cariño
Donde los títeres aman la sombra de lo que puede ser
Subyugados por la carne plástica
Por íconos asesinos, contradictoriamente creativos
Invasores aplastando a la neurona
Al corazón solitario que aúlla la pereza
Que se mete en el torrente relativo
Y le huye a la carne de su costado.

Pues sí...
Tal vez estoy viejo, y no me violan lo perentorio
Las ventanas con ladrillos de vidrio multicolor
Su ilusoria morbidez que enerva una realidad acuciante...
Entonces prefiero la danza de tus pechos
La sugestiva llovizna del sexo
La sin promesa del gemido presente
El entrevero de las piernas en acrobacia de serpientes...

Carlos Vico

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Pactamos






Pactamos


Lo que recuerdo es el fragor de unos besos
Cuando en el cepo de esta noche aparecen sin sangre
Estas manos buscando tal vez un discurso vestido de verso
Una rabia, el resquemor de un hasta siempre sin retorno

Quizá en la noria de los días que van encarcelando nostalgias
Haya un eje que describe sus propias vueltas de miseria
O descubre las huellas de un mañana que no va a llegar,
sin tus ojos
Sin esos ojos luz o pozo indescriptible
Donde algún día caí para no deshojar más
el cuaderno de las memorias
O la margarita que ya está seca dentro del libro

A veces converso con la muerte
Pactamos o no
mientras pintamos con el añil de un trozo de luna
las nuevas mitologías
las mitomanías futuras
que saquen a este cuerpo de su cáscara
fabricamos con la pasta azul unas alas y otros sexos
en la intentona de un borrón
y hasta otra búsqueda de la locura que trae el amor.
Carlos Vico
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Espejismos





Espejismos
Y el espejismo te socava
en los atardeceres junto al barco
que te lleva el alma
por derroteros de silencio

Es allí cuando la magia recrea la imagen
del pueblo y del viejo pescador ennegrecido
de soles y sales, de esperanzas que no acaecen
del hambre de la tierra
de la generosidad del río...

Carlos Vico
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De la Sed...






De la sed
Sé de la sed que se contempla desde el puente
Cuando la lengua es un corcho quemado y la garganta se anuda
Y los perros de un recuerdo mastican sus entrañas
Buscando el alimento que se lleva el tiempo

El desamor se desdice de sus miserias
Observa el espejo por el lado de atrás
Cuando quiere renegar las veracidades de su imagen
Y convierte en maldición la sonrisa que pudo ser

Y en ese avatar es que te sueño, fantasma de mujer
Como tantas veces
Arropada en el incierto de mis búsquedas
En el río que transcurre sin percatarse de mi sombra en la orilla

Cuando inclino la cabeza en ceremonia y rezo
Y veo el cuerpo arrugado que se mece y no acompaña a la corriente
que agoniza por alcanzarte
Es cuando quiero acariciar esa luna que se acerca
Y me habla del niño de algún día
Cuando creía en el conejo comiendo del estómago blanco
Y el sol era una estrella amarilla con sonrisa y ojos bizcos

Tironeo entonces de la soga imaginaria
En el intento de atrapar el pretérito
Ese duende transformado tantas veces
En que estabas allí, del otro lado del puente
Diciendo adiós
Haciendo crecer el curso de las aguas
Mientras yo me ahogo
De tanta sed

Carlos Vico
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