Soledad





Soledad

He gastado mis palabras, Soledad, las he gastado todas.Hicimos el amor como los árboles, en susurros consustanciados con la brisa y el humo de cigarrillos, lo hicimos como el volcán que escupe sus furias, como las cucarachas, con sonidos destellantes de latigazos, con las antenas dislocadas...Pero no me pidas que diga nada.Pues no puedo decirte que estuve partido, aquí y en el lugar incierto, haciendo el amor con dos mujeres, simultáneamente. María estaba con nosotros, entre nosotros, desde el otro mundo, sombra sólida enroscada en los gemidos mudos. No Soledad, María no está muerta, y sigue tan encendida aquí, como mi ojo de faro que te observa de costado, tan estridente en la piel como la sirena que quiebra la noche, o la música felina que se apodera de los techos.Hubo un tiempo, Soledad, donde no pude con los misiles quemantes de la realidad, y atomizada mi carne se largó a andar por el vaivén de los granos de arena, subido a la cresta imperiosa de los signos lejanos, descalabrados los huesos, descompensada mi materia por esquizofrenias virtuales.Y ahora estás a mi lado, Soledad, desnuda, deseable, y en parte satisfecha, pero con un reclamo de sonidos que se atragantan, porque luego de hacer el amor como las langostas, como los piojos, como los perros, encelados y locos, succionados, abrillantados, con las alas de mariposa enceradas de sudor, descubrí que quería hacerme invisible y volar...Y no puedo decirte que te amo porque mi corazón no está, mi mente y sus hemisferios se disgregaron y quedó a tu lado esta cáscara vacía de serpiente, cuero abandonado de sustancias divinas, condón abortado y abandonado de si mismo, con centros nerviosos que reaccionan por impulsos antiguos.No puedo decirte nada, Soledad, porque María está incrustada en mis fantasmas.


Carlos Vico
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