Filosofía barata y zapatos sin suela



Filosofía barata y zapatos sin suela

Dejo atrás el fuego atrevido
La lengua ácida labradora de penurias
La malevolencia de las fantasías desatadas
El ímprobo fluir del sexo maquinado
Los artificios de versos condescendientes

Grabados a fuerza de taras mentales,
de genuflexiones ante el sueño bastardo
Voy a desenterrar a mis muertos pretéritos
Con sus caretas idénticas a mi rostro
Los que labraron su obituario en noches
y días angustiados

Voy a preguntarle a los imbéciles,
a los románticos,
a los soñadores y a los idiotas que son mis clones,
qué ha pasado con las horas, inertes, abúlicas,
pero vanidosas de hipocresías.
Pues he escuchado, amigos,
a un filósofo borracho que decía
“todo lo que no se puede conseguir,
es descartable”
Pensé en su filosofía barata y sus zapatos sin suelas

Y le dije que he vivido volando tras un sueño
Y se ha cagado de risa.
“Tráeme un sueño en la palma de tu mano,
y luego hablamos”
Entonces me dio la espalda
y me sumió en la negrura
o en la claridad del presente.
Me dejó su vino gris en el alma
La incertidumbre podrida que enciende a la ironía
La sarcástica desazón de lo no realizado
El cuerpo muerto de mi mismo tendido a mis pies
Y la pregunta del millón...¿Y ahora qué...?

¿Cómo decirle a la mujer que esta mañana dijo amarme
que yo amo la figura inalcanzable de alguien
que quizá no exista sino sólo
en el apócrifo transcurrir de mi otra existencia?

Mi carne agradecida por su carne
se ha desperezado, gato pusilánime
sorbiendo primerizos rayos de sol,
morbosos los tendones, el sexo satisfecho.
Mi mente desagradecida se ha volado lejos de ella
Pero a la vez se ha quedado
Para matar al fuego atrevido
Y cercenar a la lengua ácida,
labradora de mentiras...

Carlos Vico
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