Podredumbres del alma





Podredumbres del alma

Desde las llagas de mis pies
Desde el puñal mellado de la lengua
Desde en fondo impreciso de mi circunstancia
Desde el infierno de las noches agobiadas
Desde un horizonte con resplandores de muerte

Te he llamado

Para alejar el pantanoso andar de extrañarte
Y no sentirme un trozo de algo
Deseo invisible y aplastante
en el esquema de los días apagados

El niño ha gritado en una terca madrugada
Una parte de este ser que fue desmenuzado partió
Entre los pliegues rotos de brisas fantasmales
A buscar los recodos de tus brazos

La brasa del ojo cíclope de tu sexo
La obsesiva fantasía de las piernas de bronce oscuro
El intercambio de flujos astrales
Para ser planeta y estela luminosa

Que ronde los universos de lo cotidiano
El silencio es un perro rabioso
Mordiendo las entrañas anochecidas de vinos azules
Degollando payasos alucinados y carcajeantes
Rompiendo muecas petrificadas de hipocresía
Desvirgando podredumbres ocultas en el alma

Hoy espero que un soplo helado y milagroso
Me deje insensible ante el avatar infame
De anhelarte tanto y tanto
Como en esta noche deseo
a la dama negra que con un beso huesudo
una mi espíritu con ella y con la nada y me lleve
prendido en sus vestiduras desgarradas

El mundo, demasiado ancho y largo
Tragador voraz de las ansias de cercanías
Titiritero siniestro y burlador
Agusanó mi corazón
de tanta espera.

Carlos Vico
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