Silente
Se quiebra en su noche entre sonrisas abreviadas
Se juntan los discursos en la punta de la lengua
El silencio es una lámpara donde abrevan las luciérnagas
Pues ella ama…
Y ama más cuando las manos se recogen en sí mismas
Cuando ellas dictan el entramado de suspensos
Un paréntesis de horas y juegos se establece en la cama
Su invento no es más que el recuerdo de amores fenecidos
Pero no tristes, y que derrochan pertenencias
Su sitio es un signo letal al que no conmueven las rutinas
Es bello mirarla
Tan toda y tan mínima encajada en los poros
Tan firmes sus ojos cuando me pintan real y amante
Y se transforma luego en sombra bajo mi axila
Y soy entorno y soy nada ante la verdad de su fuerza
Frases silentes que van escribiendo las lenguas
Roces que quedan en suspenso ante el misterio
cuerpos que se encajan en perfecta sincronía
Pues ella ama…
Y ama más si mi silencio la acompaña…
Carlos Vico
Silencios
Silencios
En la boca se ha colgado murallas
Un veneno que se cuela con suspicacias
Abortos de noches ante la ventana
que no se abre hacia ninguna parte
Hay una condena en ese pecho
que quiere fingir y no puede
porque el amor es un yunque,
empozado en silencios
Muecas, desdenes, una lámpara
extiguiéndose ante miradas perplejas
Y ya no hay redes-trampas
que aprisionen el pretérito
No hay esbozos de futuro ni llaves mágicas
atrayendo las caricias
que fueron aplastadas de rutina
Silencio…
La piel supura sus nostalgias
ante la mano ausente
Cuando el beso quedó en la lápida
y los ojos escarban en el hueco de la almohada
Cuando el nombre de lo deseado ya es ajeno o no es
Y el “tempo” de los cuerpos
son perdigones de impaciencia
Solo hay sombras de alguien
que deambula entre vino y vómito
Entre la cuerda rota de un reloj
y un retrato que se apelmaza de lágrimas…
Silencio
En el estupor de la cama fría
donde callaron los orgasmos
Y espalda con espalda
vimos caer los telones…
Carlos Vico
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Sueño en espiral
Sueño en espiral
Se arrima a la lápida mientras canta una canción de cuna, para que la tierra se trague las notas, y aquellos huesitos que ya perdieron su forma reaviven su fórmula, recobren sus pasos inseguros y su llanto enfermo.
No. A ella no le importa que en una noche cualquiera su imagen se haya desmembrado, y que una mano impiadosa cortara los pétalos de sus ojos para llevarlos, sangrando sales, hacia el recuerdo eterno.Sabe que en la tumba con forma de camita con volados rosas y una almohada de flores, su cabeza se ha mimetizado con el perfume de los abismos, que los brazos y el cuerpecito son polen, y los pies son ahora el nido donde una queja se transforma en alas.
De todos modos ella canta, quedamente, acompañada por los grillos que le hacen coro.Y canta hasta que fenece en el cielo ese pájaro siniestro que se lleva el alma aprovechando el sueño.
Canta mientras estira un brazo hacia el fondo del descanso para acariciar el rostro de ese fantasma sólido que es deseo y extrañeza y melancolía de lo que no está.
Y al ritmo de su música interna dibuja arabescos en la figura imaginada,
y siente...Siente unos dedos recorriendo sus mejillas...
Carlos Vico
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Marge... (y Valentina tras el vidrio)
Marge ... (Y Valentina tras el vidrio)
La flaca narigona y simpática destapa la botella de cerveza con una sonrisa que me recuerda a la tuya, Marge. Y no es que ella se parezca a vos, no. Ella es blanquísima con la blancura de la teta sin sol. Es sólo su sonrisa... Pone sobre la mesa unos platitos con maníes y queso cortado en dados, y se va balanceando los huesitos de sus caderas. Es entonces cuando quisiera que estuvieras aquí Marge, a mi lado. Pero el Pancho me saca del lugar de extrañarte y dice que hace dos días se puso el 38 en la sien, que gatilló cuatro veces y el tiro no salió. Dice que quiere morir porque su tío lo violó cuando tenía ocho años y no puede superarlo. José cuenta que si yo no hubiera aceptado la invitación de ayer a almorzar con él, se habría tirado bajo el tren, que está deprimido porque nunca conoció el amor, que la novia es una histérica, que yo no lo escucho... En la tele está chillando Marylin Manson. La boca morada y repleta de alambres quiere tragarse la cámara que lo filma, uno de sus iris negros se mueve enloquecido, y el otro ojo es como un coagulo de pus a punto de estallar. Sus alaridos se mezclan con las palabras de mis amigos, los suicidas frustrados. Pero yo sólo quiero escuchar tus palabras junto a mi oído Marge, nada más que eso. Les digo que lo intenten nuevamente, pero con métodos menos cruentos y más efectivos y dejen de dar vueltas, porque la muerte tiene bajo su capa una casa cálida y acogedora que los espera. Me siento un maldito hijo de puta pero no me importa, pues si se hubieran matado, Marge, ahora yo estaría solito y tranquilo junto a la mesa del bar "Mon Ami", sentado en mi rincón preferido, tomando alguna cerveza con maníes, pensándote sin interferencias, como siempre... Son esos momentos especiales donde me escapo de la muerte, Marge, el mundo desaparece y sólo queda el hueco en las baldosas donde escondo tu nombre. Valentina me ha observado a través del vidrio, pasó como un fantasma, y quizá entienda, por eso no entró en el bar, para no perturbar la locura de los segundos suicidas en que la ausencia es un todo, tu ausencia... Es que también ella lo sabe, ella comprende, porque hundida en su pozo de soledades muerde la rabia y el mango del pincel, hiere su carne con los bermellones y negros, pinta las paredes de su presidio auto convocado con la lengua marchita empapada de celestes... Claro, quiere que su encierro lo parezca menos, inventando un cielo sobre esa superficie oscura que mutila a la libertad... Eso me recuerda el deseo de retratarte desnuda Marge, en abrazo mortal con la niña adulta que nos espera tras el sueño, mientras bebemos el café de la distancia... Sí, quizá le pegue un tiro en la cabeza a Marylin Manson para que deje de aturdir mi espacio de remembranzas; quizá empuje bajo las ruedas del tren a mis amigos para que no interrumpan esta caída hacia tu cuerpo desmembrado en versos lamentables... La flaca narigona de “Mon Ami” sonríe desde la barra porque Valentina ha regresado a la ventana, y desde allí se pone a hacer muecas, empaña el vidrio con el aliento, y luego dibuja corazones rotos...
Marge ahora está detrás del vidrio.Es un crucigrama al que se le escapa una gota de maquillaje que mancha sus historias. En los recuadros de palabras se van armando los días y los atardeceres frente a la playa mientras toma una cerveza y se fuma las nostalgias.Es en el anfiteatro en penumbras donde cobra solidez el recuerdo.Un millón de cartas que Valentina quiere espiar, porque a ella le gusta ser espectadora, y en la expectación puede matar al fantasma de sus soledades acompañadas. También Valentina recibe cartas y llora. No puede tocar el sueño y el sueño cobra la dimensión de mil cuerpos en la oscuridad. A todos les quiere hacer el amor, pero las figuras se vuelven humo de cigarrillos y nudos en la tela de la almohada.Marge…Ella puede ser un son Cubano, un joropo Venezolano, la flecha que arroja el arco hacia lo inesperado, la que ahora dibuja jirafas y caballos alados sobre el cristal empañado de un presente que se funde con el puede ser algún día…A veces ellas se miran y sonríen, porque comparten el mismo punto mágico donde confluye un anhelo…
En la pantalla quedó un hueco negro que acrecienta el vacío. Mis amigos suicidas-frustrados se han marchado y dejaron detrás de ellos el vaho de una muerte que no termina de concretarse. La flaca narigona ahora menea su cansancio mientras limpia la mesa de puchos y cáscaras de maníes, pero igual lleva la sonrisa colgada con ganas, una sensualidad que la redime de sus pocas formas.La formas Marge.Las tuyas, esas que tantas veces adiviné y pude esculpir entre las sábanas. Y aunque quedara luego un regusto de incompletitud, la poca membrana que acerca los cuerpos y los sinsabores, las salivas adivinadas, los olores que persisten, todavía nos siguen uniendo.Cristales que se estiran hasta lo menos imaginado, filigranas que llevan sonidos besos lamentos, cables… La persistencia del deseo crea con su pincel porfiado un atrio cama santuario donde el sudor es el afrodisíaco, la piel que nunca se toca es el motor de la locura…
Hay un sopor que desdibuja los contornos y maltrata a las figuras trasnochadas. El salón de Mon Ami ahora es una semilla acogedora que ondula sus paredes, los gestos adquieren una consistencia algodonosa, el alcohol cobra su presencia en la mirada de los transeúntes que vuelan en cámara lenta con sus copas en la mano, mientras Valentina conversa con su sombra y le dibuja una mueca símil sonrisa. Le dice “hoy la cuelgo de la rama más alta del árbol, junto a la muñeca destripada y al gato del vecino que se comió a mis pájaros. Ahí guardo los recuerdos desagradables…”Ella quiere nutrir su venganza contra el fantasma que le robado el sueño y los corazones flechados que ahora son surcos de agua sobre el vidrio.Un ojo muerto espía desde afuera la quietud alcohólica de un poeta dormido, el desvarío de un viejo rengo que no puede levantarse de su silla, el ronroneo de dos adolescentes que se comen las lenguas y se empachan con salivas, y el dolor decretado por una viuda que conversa con los dibujos del empapelado de las paredes.Valentina se sobresalta al ver el ojo como un agujero diabólico que viola la penumbra, siente su ultraje y piensa que es el ojo de Marge. Sí, es el ojo de Marge acribillado por la distancia y por el puente virtual que rompió sus cables. La sangre en su pupila está quieta, congelada en un dolor que le viene de otras dimensiones donde el anhelo se encuentra tirado en cualquier esquina y se pude tomar con facilidad.“Le viene de lejos” dice Valentina, “el dolor”Y rompe el cristal de un sillazo…
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Carlos Vico
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Abismo
Se suicidan los poemas cuando marchas
los ojos se vacían sin horizontes o puesta de sol
y las alas se rompen con un crujido de pesadillas
como se rompe el sonido cuando hay adioses
cuando queda en el extremo de la piel una sombra
un atisbo de aquellas caricias
un beso ido entre las sábanas que se escapa
los ojos se vacían sin horizontes o puesta de sol
y las alas se rompen con un crujido de pesadillas
como se rompe el sonido cuando hay adioses
cuando queda en el extremo de la piel una sombra
un atisbo de aquellas caricias
un beso ido entre las sábanas que se escapa
como una mariposa ebria de soledades
y va a estrellarse en los recuerdos
y va a estrellarse en los recuerdos
que se tiran al abismo...
Carlos Vico
Carlos Vico
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La espera
La espera
“Sé que vas a llegar como un ángel.Tu pisada breve como un sonido de alas golpeteando me reafirma que sos mi contención, mi aliento, mis ganas de ser... El sonido de tus pasos llegando a casa;música reconocible entre tantos ruidos, es el signo insoslayable y único y eterno de tu presencia en el pasillo a oscuras.
Y yo te espero, sé que te espero con el beso en flor y la ansiedad del abrazo cotidiano y a la vez irrepetible y siempre nuevo, como el mismo transcurso de los segundos siglos que tardas en llegar a la puerta.
Distraigo la locura de mi espera haciendo tonterías: agarro un pincel, la pava para hacer el mate, para que no te des cuenta que muero y muero con tu ausencia. Imagino tu rápida ceremonia mientras te acercas: te acomodas la ropa, te pones un mechón de pelo detrás de la oreja, resoplas para espantar el fastidio de la rutina del trabajo, y si el tiempo que te dan esos pocos metros de pasillo lo permiten, te pintas los labios de memoria para dejar tu huella roja en los míos, (porque sabes que me encanta) en el beso de reencuentro cotidiano. Escucho el ruido de la cerradura en la puerta y mis pulsaciones se desbandan. La dejo con dos vueltas de llave a propósito para retardar alguna fracción de segundo tu entrada y hacer más intensa la locura de mi espera. Entras y yo me hago el distraído, y te saludo como indiferente, y muero y muero porque te cuelgues de mi cuello y me atenaces la cintura con tus piernas flacas, y me despeines, y digas... te extrañé...”
Carlos Vico
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Inspira
Inspira
Inspira ese sabor que mana de tus huecos
Y el rostro es una pintura con honduras donde se reflejan
El canto de la sirena a través de la pupila
Y por tu frente ves como se rasga el cielo
Y bien
Yo puedo decirte todo esto y desear en un poema encerrar la maravilla
De tus manos armando la composición de mi cuerpo
Y de mis labios creando sismos en tus pechos
O bien nada
No hacer nada y mirarnos
Lejos en los segundos del amor anochecido
Pegados a la piel que rasga la ropa
Ahogados como la piedra a la que rodean los corales
Fíjate
Es una muerte que hasta casi se desea, ni escape ni tristeza
Sólo trascendencia en el musgo que se adhiere y echa su raíz
O poema que rescata la esencia y los dones
De querer ser eternos fundidos al paisaje
Por eso me inspira pensarte mirando hacia el poniente
Mientras la brisa juega en los poros
Y el agua abraza al poste y salta
Para caer en un hueco entre tus piernas
Carlos Vico
Inspira ese sabor que mana de tus huecos
Y el rostro es una pintura con honduras donde se reflejan
El canto de la sirena a través de la pupila
Y por tu frente ves como se rasga el cielo
Y bien
Yo puedo decirte todo esto y desear en un poema encerrar la maravilla
De tus manos armando la composición de mi cuerpo
Y de mis labios creando sismos en tus pechos
O bien nada
No hacer nada y mirarnos
Lejos en los segundos del amor anochecido
Pegados a la piel que rasga la ropa
Ahogados como la piedra a la que rodean los corales
Fíjate
Es una muerte que hasta casi se desea, ni escape ni tristeza
Sólo trascendencia en el musgo que se adhiere y echa su raíz
O poema que rescata la esencia y los dones
De querer ser eternos fundidos al paisaje
Por eso me inspira pensarte mirando hacia el poniente
Mientras la brisa juega en los poros
Y el agua abraza al poste y salta
Para caer en un hueco entre tus piernas
Carlos Vico
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Me gusta
Me gusta
Dejo aquí colgado el testimonio de mis huesos
como una prenda con olor a naftalina y flores
un sueño perverso, una delicada expectativa.
Me gusta tu amor distante
aunque no me guste imaginarte sin rostro
como mutilada de ojos y de gestos
negada de sonrisas, de enojos placenteros
Me gusta tu ternura triste
aunque no me gusta que la sufras;
si pudiera abrazarte espantaríamos
estas lacras fantasmales que meten miedo...
No me gusta pensar que somos delirio
parados a la vera de los relojes detenidos
en la nada que desarma sus anhelos
hasta convertirnos en niebla con gusto a sal…
Me gusta...
lo que crece de a poco
el brote casual asomando
sus bostezos inocentes
sus saludos a un sol que se sorprende
por estas cosas que nadie espera
Me gusta imaginarte
y a veces no me gusta
este fino estilete adentrándose en la piel
pinchazo de misterios inconducentes
calambres pérfidos en mi músculo cardiaco
ya ves...
me haces delirar y me voy
absorto en mis propias incertidumbres
pues solo quiero la risa de tu alma
estallando volcánica, avasallante, luz y brote nuevo
de amor o de amistad
Te quiero alegre
partícula danzando en el rayo
mirada de brillantes cristales
átomo, montaña, galaxia, hoja de árbol,
Cuerpo que anhela sin dolores.
Carlos Vico
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Imagino
Imagino que imaginas
Que en el fondo marino de mis arterias
O retozando en la médula de las pupilas
Se arremolinan dos notas que forman un cuerpo
Que la sustancia de tu piel
Alcanza a mis huellas digitales
Y se amalgaman con tu pigmento
Que entre el marasmo de las horas afligidas
Arranco de mi garganta un pájaro nocturno
Que te lleva mis cuerdas vocales
Plagadas de sonidos en adagios
Imaginas que imagino
El fenecer de la canción a dúo
Un adiós de barco naufragado en el pecho
O el desollado silencio
De pasos desapareciendo en lo lejano...
Pero no amor, pero no...
Porque imagino que ya imaginas
Que el cincel de tu verso
A veces me ha tallado de completitudes
Y otras veces ha horadado la piedra de mis dudas
Y te has marchitado y florecido
En el humo trasnochado que te figura
Imagino que imaginas
Que ya nada será idéntico a nada
Para mí
Luego de este asomo a tus contornos
cuando dibujo en la cara de la almohada
la ceremonia distinta de nuestros sexos
y el insólito transcurrir de la sangre que te padece
el pulso de las horas en que te pienso
el impulso de mi hombría que te reclama
o la pulseada de tu locura contra mi sueño equitativo
Imaginas que imagino
La artesanía que van creando mis dedos en invento
Sobre el pezón de tus ansiedades
en el clítoris de tu llamado madrugador
Sobre los labios de tus versos en volandas
en todo lo que te significa y nos dignifica
Imagino que imaginas
Que no queremos imaginarnos nada
Para dejar que el flujo de tu tiempo y mi tiempo
Algún día se vistan de simultáneos
Que este juego de signos que enhebran palabras
Es sólo para decirte,
Que te pienso
Imagines lo que imagines...
Carlos Vico
Que en el fondo marino de mis arterias
O retozando en la médula de las pupilas
Se arremolinan dos notas que forman un cuerpo
Que la sustancia de tu piel
Alcanza a mis huellas digitales
Y se amalgaman con tu pigmento
Que entre el marasmo de las horas afligidas
Arranco de mi garganta un pájaro nocturno
Que te lleva mis cuerdas vocales
Plagadas de sonidos en adagios
Imaginas que imagino
El fenecer de la canción a dúo
Un adiós de barco naufragado en el pecho
O el desollado silencio
De pasos desapareciendo en lo lejano...
Pero no amor, pero no...
Porque imagino que ya imaginas
Que el cincel de tu verso
A veces me ha tallado de completitudes
Y otras veces ha horadado la piedra de mis dudas
Y te has marchitado y florecido
En el humo trasnochado que te figura
Imagino que imaginas
Que ya nada será idéntico a nada
Para mí
Luego de este asomo a tus contornos
cuando dibujo en la cara de la almohada
la ceremonia distinta de nuestros sexos
y el insólito transcurrir de la sangre que te padece
el pulso de las horas en que te pienso
el impulso de mi hombría que te reclama
o la pulseada de tu locura contra mi sueño equitativo
Imaginas que imagino
La artesanía que van creando mis dedos en invento
Sobre el pezón de tus ansiedades
en el clítoris de tu llamado madrugador
Sobre los labios de tus versos en volandas
en todo lo que te significa y nos dignifica
Imagino que imaginas
Que no queremos imaginarnos nada
Para dejar que el flujo de tu tiempo y mi tiempo
Algún día se vistan de simultáneos
Que este juego de signos que enhebran palabras
Es sólo para decirte,
Que te pienso
Imagines lo que imagines...
Carlos Vico
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Ataúdes
Ataúdes
En la sincronía de un tiempo que era nuestro
Malversado va en recuerdos tu sexo hecho paciencia
Tu hondura se ha grabado en los dedos
En la lengua que emula serpientes
En el cuerpo de látigo que te enreda
Hemos matado al los sicarios de la rutina
Y al sopor de cotidianeidad sin laberintos
A la sin sorpresa de horas gemelas de si mismas
Con esta sonrisa mañanera de soles atrevidos
Con el prontuario de besos que merecen su condena
Sin mesura camina tu cuerpo dentro del mío
Y los candiles de la sangre te encadenan
Al yugo mágico del abrazo convocante
Este es un mundo de pantallas que atrofian, cariño
Donde los títeres aman la sombra de lo que puede ser
Subyugados por la carne plástica
Por íconos asesinos, contradictoriamente creativos
Invasores aplastando a la neurona
Al corazón solitario que aúlla la pereza
Que se mete en el torrente relativo
Y le huye a la carne de su costado.
Pues sí...
Tal vez estoy viejo, y no me violan lo perentorio
Las ventanas con ladrillos de vidrio multicolor
Su ilusoria morbidez que enerva una realidad acuciante...
Entonces prefiero la danza de tus pechos
La sugestiva llovizna del sexo
La sin promesa del gemido presente
El entrevero de las piernas en acrobacia de serpientes...
Carlos Vico
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Pactamos
Pactamos
Lo que recuerdo es el fragor de unos besos
Cuando en el cepo de esta noche aparecen sin sangre
Estas manos buscando tal vez un discurso vestido de verso
Una rabia, el resquemor de un hasta siempre sin retorno
Quizá en la noria de los días que van encarcelando nostalgias
Haya un eje que describe sus propias vueltas de miseria
O descubre las huellas de un mañana que no va a llegar,
sin tus ojos
Sin esos ojos luz o pozo indescriptible
Donde algún día caí para no deshojar más
Sin esos ojos luz o pozo indescriptible
Donde algún día caí para no deshojar más
el cuaderno de las memorias
O la margarita que ya está seca dentro del libro
A veces converso con la muerte
Pactamos o no
mientras pintamos con el añil de un trozo de luna
las nuevas mitologías
las mitomanías futuras
O la margarita que ya está seca dentro del libro
A veces converso con la muerte
Pactamos o no
mientras pintamos con el añil de un trozo de luna
las nuevas mitologías
las mitomanías futuras
que saquen a este cuerpo de su cáscara
fabricamos con la pasta azul unas alas y otros sexos
en la intentona de un borrón
fabricamos con la pasta azul unas alas y otros sexos
en la intentona de un borrón
y hasta otra búsqueda de la locura que trae el amor.
Carlos Vico
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Espejismos
De la Sed...
Sé de la sed que se contempla desde el puente
Cuando la lengua es un corcho quemado y la garganta se anuda
Y los perros de un recuerdo mastican sus entrañas
Buscando el alimento que se lleva el tiempo
El desamor se desdice de sus miserias
Observa el espejo por el lado de atrás
Cuando quiere renegar las veracidades de su imagen
Y convierte en maldición la sonrisa que pudo ser
Y en ese avatar es que te sueño, fantasma de mujer
Como tantas veces
Arropada en el incierto de mis búsquedas
En el río que transcurre sin percatarse de mi sombra en la orilla
Cuando inclino la cabeza en ceremonia y rezo
Y veo el cuerpo arrugado que se mece y no acompaña a la corriente
que agoniza por alcanzarte
Es cuando quiero acariciar esa luna que se acerca
Y me habla del niño de algún día
Cuando creía en el conejo comiendo del estómago blanco
Y el sol era una estrella amarilla con sonrisa y ojos bizcos
Tironeo entonces de la soga imaginaria
En el intento de atrapar el pretérito
Ese duende transformado tantas veces
En que estabas allí, del otro lado del puente
Diciendo adiós
Haciendo crecer el curso de las aguas
Mientras yo me ahogo
De tanta sed
Carlos Vico
Cuando la lengua es un corcho quemado y la garganta se anuda
Y los perros de un recuerdo mastican sus entrañas
Buscando el alimento que se lleva el tiempo
El desamor se desdice de sus miserias
Observa el espejo por el lado de atrás
Cuando quiere renegar las veracidades de su imagen
Y convierte en maldición la sonrisa que pudo ser
Y en ese avatar es que te sueño, fantasma de mujer
Como tantas veces
Arropada en el incierto de mis búsquedas
En el río que transcurre sin percatarse de mi sombra en la orilla
Cuando inclino la cabeza en ceremonia y rezo
Y veo el cuerpo arrugado que se mece y no acompaña a la corriente
que agoniza por alcanzarte
Es cuando quiero acariciar esa luna que se acerca
Y me habla del niño de algún día
Cuando creía en el conejo comiendo del estómago blanco
Y el sol era una estrella amarilla con sonrisa y ojos bizcos
Tironeo entonces de la soga imaginaria
En el intento de atrapar el pretérito
Ese duende transformado tantas veces
En que estabas allí, del otro lado del puente
Diciendo adiós
Haciendo crecer el curso de las aguas
Mientras yo me ahogo
De tanta sed
Carlos Vico
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Soñadora
Soñadora
Es inevitable que un destello te rompa las pupilas
ante el asombro que provoca una lágrima
mientras nadas en este mar de locos
con el aliento en suspenso
con los pechos al aire proclamando tu libertad
con la risa que se queda atascada
ante el misterio
de vivir y sentir
Entonces un fantasma se te aparece
tal vez un anciano con cara de infante
o viceversa
un "alguien" que dice va a ser tu maestro
un acertijo colgado en el éter
montones de palabras que abren tu mundo
hacia el lugar inconcreto
Y el hombre te abraza en un sueño
solamente eso
quiere crear un nido de confianza
una ventana hacia la coincidencia
una escalera hacia el sueño
un tobogán donde jugar a ser eternos
Verte feliz...
ni más ni menos
es lo que quieren los duendes de las palabras
que te cuelgues a una nube y grites
libre...
porque los seres libre no tenemos edad
nos amigamos con la tristeza
la miramos de frente, somos sinceros con ella
y podemos decirle !!!andate a cagar a otro lado!!!
y la echamos a las patadas...
Un grillo se ha colado en mi habitación
y me aturde y sonrío
te recuerdo como la musa o la niña
que mágicamente se irá o vendrá
con su rostro desconocido a veces pidiendo auxilio
a veces pidiendo amor
a veces con el gesto invisible
queriendo ser un poco más...
Carlos Vico
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Sinfonía sutíl
Sinfonía sutíl
Una sinfonía sutil son tus pies descalzos
transitando la distancia de claroscuros
mientras te acercas al punto exacto de la lujuria
a la meseta blanda de mi cama
La piel desnuda de bengalas mojadas
contemplando el adagio ondulante de los cuerpos
los ojos de un niño, voyeur inocente y casual
diría que somos gladiadores trenzados en rara lid
yo clavando espadas sin filo
En la abierta herida de sangre transparente
tu amansando al dragón virulento
con tus piernas de bronce letal
con el ojo vicioso de tu horqueta
pero es cierto
A veces quiero asesinarte
en esas noches de miedo
donde quisiera eternizar
la tertulia sudorosa de las pieles
el lenguaje hurgador de los dedos
quisiera congelar el gemido
de tu boca abierta tragando mi espada
el gruñido de mi lengua
sorbedora de corales y algas rosadas
fotografiar el agónico orgasmo
de tu cuerpo de arco tensado
Tengo miedo
De que el tiempo homicida
malogre la carne vivaz
que derrame coherencia en el delirio
o lance su flecha desquiciada de rutinas
a la locura impensada
pero tu cuerpo azul me rehabilita
en la penumbra de los encuentros
las piezas caníbales de un juego de ajedrez
se van derritiendo
mientras improvisamos cada noche
el más grande amor.
Carlos Vico
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Desde el abismo
Desde el abismo o desde el olvido
las manos están siempre acariciando
ilusiones como nubes, como pájaros
la muerte se arrincona al pensarte
Desde el lugar inconcreto de mis sueños
siempre estarán las manos abiertas
para recibir el cuerpo anhelante
la chispa sagrada y vital
el rocío de las pestañas que tiemblan
al recordar un amor, la sombra donde recogernos
desde un rincón apaciguado
te pienso
Buscando la calma de los sabios
la inocencia del niño y la paz de las palomas
el rumor suave de la hoja cayendo
lenta en tu regazo como nido
Mis filamentos de cristal quieren atraparte
en la palabra que germina en el silencio
en el abrazo que se sueña en el desvelo
en las noches donde observamos el cielo
y las distancias dejan de serlo.
Carlos Vico
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En algun lugar
En algún lugar del mundo, al este del paraíso
o en la frontera del amor
Una tarde se teñía de rojo, y había flores frente al espejo
Enredaderas en las manos, y relojes detenidos
un suspiro con alas atraviesa tu seno
y los labios son hojas, de cobre lustrado
Nada es casualidad, me dijiste
la magia existe y está aquí
los cristales explotando en tus ojos
mariposas traviesas en forma de poema
Volemos hacia un planeta cualquiera, me dijiste
este espejo es una puerta hacia otra dimensión
allí están todos un poco locos
pero nadie llora ni quiere matar
En el vientre hinchado, de la luna
tal vez hay duendes, hadas y conejos
tal vez estemos nosotros, repetidos
pero más lindos, sin miedos ni dolores
En la bóveda de un cielo distinto
brillarán los amores que se escaparon
niños desnudos volando en libertad
mujeres y hombres, pintados de azul
Hay nidos con escamas de sol
y la carne no se convierte en pecado
donde vivir no es trascender
y morir es convertirse en lucero
Para hacer una historia de amor, me dijiste
solo hacen falta tu mirada y la mía
un espejo que nos espía
dos rosas blancas con perlas amanecidas
Carlos Vico
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Cosas de la Nostalgia
Cosas de la nostalgia
Cosas de la nostalgia serán
colgarse del adornado recuerdo
de la risa espontánea del ayer
de dolores apocados y lejanos
Y la historia se arma de retazos
de ideales remendados más de una vez
de amores que nunca fueron
de horizontes vislumbrados
Cosas de novela serán
ponerle piedritas de colores
a la sonrisa de aquella mujer
pensada como futuro mas de una vez
Enmascarar el presente
vestirlo de lutos y borrones
parar en lo antiguo las agujas malhechoras
abrigarse con velos de fantasías
Nostalgia, rejas torcidas y oxidadas
cárcel que me priva de tu presencia
me roba el camino hacia tu cuerpo
con baches de tanto pasado
Cosas de la nostalgia serán
los inventos de la memoria
que despiertan tus demonios afligidos
que viste de payaso a la tragedia
Cosas de la nostalgia serán
poner una atractiva piel
bajo tu mano que anhela otras horas
es ponerle un guante de incertidumbre
a la caricia otra vez negada.
Carlos Vico
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Pequeña Fábula de Amor Cósmico
El hombre andaba caminando por la luna, y se sentía triste porque noencontraba lo que no sabía que andaba buscando. Ya pensaba renunciar a su deambular ilusorio, cuando de pronto vio algo que lo dejó clavado en el lugar. Sentada sobre el borde de un cráter pequeño había un ser de luz. (así lo definió él por el aura que emanaba) La mujer estaba deshojando una margarita. Pero no era como la flor que el hombre conocía. Los pétalos eran de cristal violeta, transparentes y volátiles. Cada uno que ella arrancaba, lo arrojaba con suavidad, y el pétalo salía volando, como con vida propia, cual mariposa que al moverse la luz explotaba en mil matices del mismo color.Al ver al hombre ella sonrió, dejó la flor a un costado, e instantáneamente estuvo a su lado. Le acarició la mejilla, y en él el sobresalto se mezcló con algo de miedo.
—Hace muchos siglos que te espero. –dijo ella sin hablar.
—¿Sos un sueño? –preguntó el hombre, y dentro de su cabeza escuchó:
—Soy tu metáfora...
¡Tanto andar para encontrar esto! –pensó el hombre, y se arriesgó a preguntar.
—¿Qué es una metáfora? —No es nada. –escuchó que le contestaba— Y es todo. Aquello que dice lo que no dice, no es nada y es todo...El hombre no entendía de metáforas, pero algo en el fondo le dijo que ya iba a comprender.
—Podés acariciarme vos también. –invitó ella. Le tomó la mano y la acercó a sus pechos. El sintió una leve electricidad, y a la vez la tibieza y la tersura algodonosa del pecho.
Entonces se vio rodeado de luz como ella.
—Es bonito, no es cierto?—¿Qué cosa...? –preguntó él.
—Estar rodeado de luz.—Pero no entiendo qué es lo que ocurre. .—protestó el hombre, y por un lado sintió algo de temor, y por el otro lo que definió al instante como felicidad.
—No hay que entenderlo.— contestó ella. Hay que vivirlo y quedarse con lo mejor...
—¿Con lo mejor de qué?—¡Cuántas preguntas inútiles! Lo mejor es lo mejor en sí mismo. Todos lo saben, pero se lo ocultan.
—¿Todos quiénes...?—
Ese saber está en cada uno, aunque se lo niegan porque están llenos de cuestionamientos. Pero no estoy aquí para filosofar contigo. Nos encontramos para hacer el amor... Y si te digo hacerlo, es crearlo, darle una forma particular a nuestra medida, fantasearlo con colores que aún no conoces...
Suavemente ella lo abrazó, y los miedos del hombre desaparecieron.
Y se esfumaron “todos” los miedos que el ser humano esconde.
Ella le enseñó un amor nuevo. El amor cósmico que conectó a sus seres con el átomo, con la partícula más pequeña de la que todavía no se tiene conocimiento, con la explosión primaria, con la nada, con el todo.
Y le enseñó la unión del instinto con el raciocinio que dio a luz al equilibrio, que a su vez dio a luz a la sencillez.
Y le mostró que el amor es sencillo, desnudo, sin adornos; el amor es lo no deseado y lo no pensado, es lo intangible y lo concreto. El amor es el ya, que es el eterno.
Entonces sus cuerpos se fundieron y formaron una estrella.
Carlos Vico
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Podredumbres del alma
Podredumbres del alma
Desde las llagas de mis pies
Desde el puñal mellado de la lengua
Desde en fondo impreciso de mi circunstancia
Desde el infierno de las noches agobiadas
Desde un horizonte con resplandores de muerte
Te he llamado
Para alejar el pantanoso andar de extrañarte
Y no sentirme un trozo de algo
Deseo invisible y aplastante
en el esquema de los días apagados
El niño ha gritado en una terca madrugada
Una parte de este ser que fue desmenuzado partió
Entre los pliegues rotos de brisas fantasmales
A buscar los recodos de tus brazos
La brasa del ojo cíclope de tu sexo
La obsesiva fantasía de las piernas de bronce oscuro
El intercambio de flujos astrales
Para ser planeta y estela luminosa
Que ronde los universos de lo cotidiano
El silencio es un perro rabioso
Mordiendo las entrañas anochecidas de vinos azules
Degollando payasos alucinados y carcajeantes
Rompiendo muecas petrificadas de hipocresía
Desvirgando podredumbres ocultas en el alma
Hoy espero que un soplo helado y milagroso
Me deje insensible ante el avatar infame
De anhelarte tanto y tanto
Como en esta noche deseo
a la dama negra que con un beso huesudo
una mi espíritu con ella y con la nada y me lleve
prendido en sus vestiduras desgarradas
El mundo, demasiado ancho y largo
Tragador voraz de las ansias de cercanías
Titiritero siniestro y burlador
Agusanó mi corazón
de tanta espera.
Carlos Vico
Desde el puñal mellado de la lengua
Desde en fondo impreciso de mi circunstancia
Desde el infierno de las noches agobiadas
Desde un horizonte con resplandores de muerte
Te he llamado
Para alejar el pantanoso andar de extrañarte
Y no sentirme un trozo de algo
Deseo invisible y aplastante
en el esquema de los días apagados
El niño ha gritado en una terca madrugada
Una parte de este ser que fue desmenuzado partió
Entre los pliegues rotos de brisas fantasmales
A buscar los recodos de tus brazos
La brasa del ojo cíclope de tu sexo
La obsesiva fantasía de las piernas de bronce oscuro
El intercambio de flujos astrales
Para ser planeta y estela luminosa
Que ronde los universos de lo cotidiano
El silencio es un perro rabioso
Mordiendo las entrañas anochecidas de vinos azules
Degollando payasos alucinados y carcajeantes
Rompiendo muecas petrificadas de hipocresía
Desvirgando podredumbres ocultas en el alma
Hoy espero que un soplo helado y milagroso
Me deje insensible ante el avatar infame
De anhelarte tanto y tanto
Como en esta noche deseo
a la dama negra que con un beso huesudo
una mi espíritu con ella y con la nada y me lleve
prendido en sus vestiduras desgarradas
El mundo, demasiado ancho y largo
Tragador voraz de las ansias de cercanías
Titiritero siniestro y burlador
Agusanó mi corazón
de tanta espera.
Carlos Vico
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Filosofía barata y zapatos sin suela
Filosofía barata y zapatos sin suela
Dejo atrás el fuego atrevido
La lengua ácida labradora de penurias
La malevolencia de las fantasías desatadas
El ímprobo fluir del sexo maquinado
Los artificios de versos condescendientes
Grabados a fuerza de taras mentales,
de genuflexiones ante el sueño bastardo
Voy a desenterrar a mis muertos pretéritos
Con sus caretas idénticas a mi rostro
Los que labraron su obituario en noches
y días angustiados
Voy a preguntarle a los imbéciles,
a los románticos,
a los soñadores y a los idiotas que son mis clones,
qué ha pasado con las horas, inertes, abúlicas,
pero vanidosas de hipocresías.
Pues he escuchado, amigos,
a un filósofo borracho que decía
“todo lo que no se puede conseguir,
es descartable”
Pensé en su filosofía barata y sus zapatos sin suelas
Y le dije que he vivido volando tras un sueño
Y se ha cagado de risa.
“Tráeme un sueño en la palma de tu mano,
y luego hablamos”
Entonces me dio la espalda
y me sumió en la negrura
o en la claridad del presente.
Me dejó su vino gris en el alma
La incertidumbre podrida que enciende a la ironía
La sarcástica desazón de lo no realizado
El cuerpo muerto de mi mismo tendido a mis pies
Y la pregunta del millón...¿Y ahora qué...?
¿Cómo decirle a la mujer que esta mañana dijo amarme
que yo amo la figura inalcanzable de alguien
que quizá no exista sino sólo
en el apócrifo transcurrir de mi otra existencia?
Mi carne agradecida por su carne
se ha desperezado, gato pusilánime
sorbiendo primerizos rayos de sol,
morbosos los tendones, el sexo satisfecho.
Mi mente desagradecida se ha volado lejos de ella
Pero a la vez se ha quedado
Para matar al fuego atrevido
Y cercenar a la lengua ácida,
labradora de mentiras...
Carlos Vico
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Soledad
Soledad
He gastado mis palabras, Soledad, las he gastado todas.Hicimos el amor como los árboles, en susurros consustanciados con la brisa y el humo de cigarrillos, lo hicimos como el volcán que escupe sus furias, como las cucarachas, con sonidos destellantes de latigazos, con las antenas dislocadas...Pero no me pidas que diga nada.Pues no puedo decirte que estuve partido, aquí y en el lugar incierto, haciendo el amor con dos mujeres, simultáneamente. María estaba con nosotros, entre nosotros, desde el otro mundo, sombra sólida enroscada en los gemidos mudos. No Soledad, María no está muerta, y sigue tan encendida aquí, como mi ojo de faro que te observa de costado, tan estridente en la piel como la sirena que quiebra la noche, o la música felina que se apodera de los techos.Hubo un tiempo, Soledad, donde no pude con los misiles quemantes de la realidad, y atomizada mi carne se largó a andar por el vaivén de los granos de arena, subido a la cresta imperiosa de los signos lejanos, descalabrados los huesos, descompensada mi materia por esquizofrenias virtuales.Y ahora estás a mi lado, Soledad, desnuda, deseable, y en parte satisfecha, pero con un reclamo de sonidos que se atragantan, porque luego de hacer el amor como las langostas, como los piojos, como los perros, encelados y locos, succionados, abrillantados, con las alas de mariposa enceradas de sudor, descubrí que quería hacerme invisible y volar...Y no puedo decirte que te amo porque mi corazón no está, mi mente y sus hemisferios se disgregaron y quedó a tu lado esta cáscara vacía de serpiente, cuero abandonado de sustancias divinas, condón abortado y abandonado de si mismo, con centros nerviosos que reaccionan por impulsos antiguos.No puedo decirte nada, Soledad, porque María está incrustada en mis fantasmas.
Carlos Vico
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Mienten
Mienten
Mienten los sonidos del éter con sus pasos peregrinos
Mienten las palabras vanidosas sin un batir de labios en los labios
Miente el nervio saturado que eyacula redundancias
Miente el vacío que trastoca los mensajes incorrectos
Hay una paz y bondad de cementerio
Que me dice que ya nada es urgente
Su eco recala en el vano de mi puerta
Con un quimérico sonsonete indeformable
Y soy una silla en un desierto de calmas aparentes
Palmera sin oasis
Hipnosis del suelo donde se abisman la piernas
Que se quiebran en lo incierto
Y miente el desconcierto que se presiente
En la isla que se desquicia de silencios descuartizados
Miente la esperanza con su bufido de toro en celo
Que enerva la sustancia de lo abandonado
Carlos Vico
Mienten los sonidos del éter con sus pasos peregrinos
Mienten las palabras vanidosas sin un batir de labios en los labios
Miente el nervio saturado que eyacula redundancias
Miente el vacío que trastoca los mensajes incorrectos
Hay una paz y bondad de cementerio
Que me dice que ya nada es urgente
Su eco recala en el vano de mi puerta
Con un quimérico sonsonete indeformable
Y soy una silla en un desierto de calmas aparentes
Palmera sin oasis
Hipnosis del suelo donde se abisman la piernas
Que se quiebran en lo incierto
Y miente el desconcierto que se presiente
En la isla que se desquicia de silencios descuartizados
Miente la esperanza con su bufido de toro en celo
Que enerva la sustancia de lo abandonado
Carlos Vico
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Despertar de los faroles
Despertar de los Faroles
He buscado la metáfora exquisita
Entre las sabanas solas como un faro apagado
En la huella del líquido extinto de una botella que trasnocha
En el paso de tu voz como un viento que se pierde
Y en el signo insoslayable que te convoca
A través del ojo que fracciona nuestra luna
En el tul manchado por las hojas que danzan
Y a veces amor, lo sublime se posterga
Las palabras minusválidas arrodillan sus muñones
Para rezar quién sabe qué requerimientos
A un dios decapitado y descorazonado
Que ríe con su ombligo el abandono de la fe
Mas sé que en la cúpula de tus ojos
Depositaré algún día la nota correcta
Un batir de espumas sin premoniciones
Una gota de polen que asalte la noche de tu cuerpo
Una huella donde la tuya también quede estampada
Te invito a que bailemos desnudos de historia
Bajo las flores amarillas de este sol incompleto
Entre la letras de molde que se eternizan sin sábanas
temblando su estigma de soledades
cuando despierten los faros...
Carlos Vico
He buscado la metáfora exquisita
Entre las sabanas solas como un faro apagado
En la huella del líquido extinto de una botella que trasnocha
En el paso de tu voz como un viento que se pierde
Y en el signo insoslayable que te convoca
A través del ojo que fracciona nuestra luna
En el tul manchado por las hojas que danzan
Y a veces amor, lo sublime se posterga
Las palabras minusválidas arrodillan sus muñones
Para rezar quién sabe qué requerimientos
A un dios decapitado y descorazonado
Que ríe con su ombligo el abandono de la fe
Mas sé que en la cúpula de tus ojos
Depositaré algún día la nota correcta
Un batir de espumas sin premoniciones
Una gota de polen que asalte la noche de tu cuerpo
Una huella donde la tuya también quede estampada
Te invito a que bailemos desnudos de historia
Bajo las flores amarillas de este sol incompleto
Entre la letras de molde que se eternizan sin sábanas
temblando su estigma de soledades
cuando despierten los faros...
Carlos Vico
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Ceremonia Intima
Oleo sobre tela: "El Abrazo Cósmico" (Carlos Vico)
Ceremonia íntima
Ceremonia íntima
Los cuerpos celestes se adivinan y estiran, entrelazados se poseen y funden en la danza primera, entre claroscuros de titanio y cobalto, el blanco apagado y el negro. Sobre ellos la ventana repartida ha ido modificándose del gris claro al azulado, como un cuadro colgado de la nada, para quedarse luego por unas horas en el azul negro profundo, con sus chispas eternas que titilan sutilmente su ilusión engañosa de años luz. Hay entre ellos suspiros de ceremonia, gemidos de consumaciones nuevas y antiguas como la vida de los humanos, trozos brillantes de sábana suspendidos, móviles, sacudidos por el deseo inmemorial de las pieles, por estertores de caderas y espaldas, de brazos y piernas. Luego las figuras se recortan nítidas y limpias, sin cobertura de trapos en la luz difusa, curvas apenas suaves como ondulaciones de seda las de ella, angulosa y fuerte la de él en su desperezo de gato. Mientras una luciérnaga naranja vuela de un lado a otro, se quedan inmóviles, respirando apenas, escuchando los sonidos del silencio, adivinando roces, pequeñísimos crujidos. Una hoja que vuela allí afuera y cae, acaricia las chapas del techo, danza y sigue su camino retozando como mariposa marrón, hasta colgarse sin estruendos sobre una brizna de pasto. Un pájaro nocturno afina la melodía seductora, le responden con un trino como ecos de campanita; un pedazo del viento mete por la ventana el rugido lejanísimo de un auto trasnochador, afuera choca en las paredes, arremolina partículas invisibles a la luz de la luna, curva su lomo para subir a los techos, estira sus flecos acariciando a las ramas y los troncos. Hay un sutil estertor de maderas trabajando su acomodo perezoso, bajo el colchón, cede su milimétrico encastre, se expande y contrae en una cópula de machimbres. Las hormigas trabajan horas extra y caminan sus patas diminutas por las vigas oxidadas, haciendo equilibrio con un palito en sus tenazas. Como una Penélope negra y laboriosa una arañita teje su filigrana incansable agarrándose a los rincones lejanos, se para, espera y sigue; sabe que alguien va a llegar pronto.Any y Lazlo adivinan y juegan a que adivinan cada detalle minucioso de los sonidos de la vida, saben que son parte del misterio de lo sencillo y primordial, que la materia del cuerpo no es otra cosa que partículas pertenecientes al todo maravilloso. A la vez son parte de la magia, de algo inconmensurable e inexplicable a lo que no intentan sobornar para entender. La vida subiendo por la columna vertebral como un aliento, voluta emotiva, alimentando y realimentándose del gesto y el mimo. La vida aferrándose en las paredes, trepando a los cuadros y a las máscaras, a las guitarras y a las plantas, a los proyectos disparatados y al delirio de las manos premiadas por el pellizco de las musas. La luciérnaga, lanzando su postrero guiño de big bang, fenece entre colillas olorosas. Las bocas se encuentran, se palpan y se mojan, se dicen entre susurros, para decirse y susurrarse los amores de minutos y eternidades.
Carlos Vico
Carlos Vico
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